Prefacio al libro de Amparo La Moneda

Prefacio al libro Vivir, sobrevivir de Amparo La Moneda, Ed. Cudec México (2011).

“El tiempo es la imagen de la eternidad en movimiento”.
PLATÓN

Las páginas de este libro han sabido esperar tal y como lo hace quien puede reconocer en el movimiento la fuerza para lograr grandes cosas. Finalmente es la hora de que llegue a sus manos, amigos lectores, como otra posibilidad disponible para responder a algunas de las preguntas sobre el desarrollo del talento humano que nos hacemos a diario en relación con nuestros hijos, estudiantes, colaboradores y afectos más cercanos.

Esta obra, escrita por Amparo La Moneda González, es una invitación hacia la investigación a través del genograma; una metodología que se sirve de la “representación gráfica de los miembros que componen una familia, un mapa personal -como un árbol genealógico- para recoger hechos significativos en la historia familiar, en al menos tres generaciones y más allá de la frialdad de las fechas, los nombres o las cifras en el diagnóstico de diversas problemáticas”.

Amparo La Moneda González nos hace un regalo luminoso a los docentes, a los terapeutas y a los padres.

Es un obsequio para todos aquellos que realizamos un traba-jo amoroso y desde el corazón que está dedicado especial-mente a los niños con dificultades de desarrollo y aprendiza-je. Con este libro se presenta lo mejor de años de experiencia en los que la autora ha logrado fundir las experiencias de la Práctica Psicomotriz, la Pedagogía Sistémica, el Genograma y el método de las Constelaciones Familiares y los órdenes del Amor de Bert Hellinger.

El genograma se nos muestra como un punto de apoyo para generar nuevos encuadres y cambios en la mirada para que los hechos recuperen su importancia “a fin de armonizar la historia personal desde una visión sistémico-fenomenológica. Lo que contamos sobre el andar de nuestra familia es importante para nosotros y estos acontecimientos” que se narran tienen enorme relevancia en nuestro camino cuyo impacto produce un efecto de transformación al servicio de la vida. De todo esto nos da cuenta Amparo La Moneda.

El genograma es un instrumento auxiliar del trabajo terapéutico que nos permite sistematizar el registro de informaciónsobre la composición de una familia. A través del empleo de un inventario de símbolos convencionales, abre el camino a la representación gráfica de la estructura familiar de un consultante recuperando antecedentes patológicos, patrones de conducta y dificultades psicosociales de índole diversa; estos pueden pertenecer a su historia particular, o bien, de otras personas con las que tiene parentesco, incluso más allá de su generación.

Utilizado también en el contexto de la medicina, el genograma permite en gran medida completar las historias clínicas de los pacientes que, de esta manera, proporcionan información valiosa para construir un diagnóstico y diseñar una intervención.

Aunque bien diferenciado del genograma, el mapa familiar de Salvador Minuchin introdujo la oportunidad para elaborar una representación gráfica del espacio psicosocial de la familia y lo puso al servicio del terapeuta para que hallara las claves y direcciones para realizar su trabajo con el consultante.

A diferencia del mapa familiar de Minuchin, que aclara límites y formas de la conducta del grupo, el genograma se comparte y trabaja con la familia y el individuo para mirar hacia las implicaciones.

En el campo de la terapia familiar sistémica-estructural, el mapa familiar de Minuchin´ contribuyó a la visualización de la huella de los grupos familiares, las trazas históricas de la pertenencia, la aglutinación y la separación de sus integran-tes. Se identificaron con mayor claridad y en primer plano asuntos como los límites y las propias estructuras de la familia como sistema. Muy cercano a la terapia familiar estructural está el legado de Jay Haley quien, a través de su modelo, identificó con Minuchin la repetición o iteración sistemática de ciertas figuras y formas -entre ellas las dificultades para el desarrollo integral del sujeto- que estaban correlacionadas a través de alguna mecánica transgeneracional con individuos del pasado reciente o remoto del consultante o su familia.

Desarrollado por Murray Bowen hacia 1978, el genograma fue inicialmente visto como herramienta de evaluación de su teoría.


“Los síntomas son el resultado de conflictos no resueltos con la familia de origen y son trasmitidos hacia un individuo a través de las generaciones”.
MURRAY BOWEN

Desde esta perspectiva, el genograma brinda la oportunidad de intervenir en la prevención, el diagnóstico y el trata-miento de diversos desórdenes a nivel fisiológico y anatómico, psicológico y social.

El genograma ayuda a averiguar enfermedades y dificultades físicas y emocionales que tienden a repetirse en la familia de generación en generación.
Permite realizar una valoración sobre el impacto e influencia que llegan a tener en la historia de una persona y una gama más o menos amplia de parientes para distinguir las ideas y creencias que el propio individuo y los suyos llegan a formarse acerca de la problemática.

Si bien la introducción del genograma no se le atribuye a Guerin y Pendagast, sino a Bowen, ellos sientan un precedente importante cuando lo definen como “un método estructurado para conceptualizar la familia, que puede usarse en la sesión inicial o posteriormente, en la terapia”. Otros como McGoldrick y Gersons, afirman que “el genograma es solo una parte de una investigación clínica comprensiva en proceso, el cual debe integrarse en la evaluación comprensiva familiar”.

Para Nichols y Everettb, el genograma es un proceso cambiante para formular y probar hipótesis circulares demanda-das por el sistema familiar que hace la consulta; mientras que Guerin y Pendagast emplean el instrumento para la organización de datos e información sobre límites físicos, emocionales y conductuales del consultante y la familia como son la jerarquía, la pertenencia, traumas, entre otros.

Lo que resulta aquí relevante, a partir del quehacer realizado por Bowen, es que este fundamenta su trabajo en el enfoque sistémico toda vez que el comportamiento funcional o disfuncional de las personas puede estar influido de muchísimas formas por factores transgeneracionales que no solo inciden en él, sino en toda la familia.

En la actualidad, tenemos una idea del espacio y el tiempo que es más amplia que la de la década de los setentas y ochentas porque el impacto de la mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad nos ha permitido abrirnos a otro tipo de interpretación de la realidad.

Nosotros podemos mirar más allá de las relaciones inmediatas de la familia, lo que se viene heredando.

Así es como toma una importancia distinta la estructura genealógica de la familia. Sería hasta la década de los noventas cuando se comenzó a ampliar el trabajo de investigación para que los terapeutas y los estudiosos de la terapia familiar se dieran cuenta, con mirada más amplia, de las repeticiones de funciones y disfunciones en los árboles genealógicos.

Tanto en la Pedagogía Sistémica con el enfoque de Bert Hellinger, como en las formaciones de Constelaciones Familiares, realizar un genograma es una herramienta indispensable para mirar esta estructura familiar y verificar cuáles son las tendencias de la repetición de las formas. Todo el tiempo estamos hablando de tendencias en el marco económico, político, biológico; luego entonces, tenemos repeticiones en el marco genealógico que se pueden representar por medio del genograma.

Si la naturaleza es fractálica, si tiene consigo la repetición de formas que crecen o se reducen hasta generar una nueva, entonces podemos mirar cómo se van ampliando hasta tomar más espacio y surgir en otro contexto generacional distinto al del primer individuo que las protagonizó. Son las dos danzas de la naturaleza. En esta naturaleza y en esta danza, la contribución de Amparo La Moneda ha sido enorme.

Amparo es un poco como el Inspector Poirot de Agatha Christie, pues con esa acuciosidad busca todas estas vinculaciones y repeticiones en cada caso que se le presenta.

Como experta, la autora logra hacerlo de una manera tan cotidiana y tan familiar que utiliza con sencillez Y maestría los ejemplos de cómo ha resuelto casos con grandes dificultades, nos enseña las pistas, las claves que hay en las relaciones; esto verdaderamente es una gran contribución para la Pedagogía Sistémica a través de la didáctica del proceso terapéutico y sobre todo del que nos ha compartido Bert Hellinger.

Con el genograma, aprendemos más de nosotros mismos en la búsqueda de nuestros ancestros. Legitímar os nuestra historia logramos decirle sí al contexto en el cual hemos nacido. Aprendemos a tomar lo que nos ha sido heredado. Aprendemos a apreciar lo que se nos ha dado a través de las generaciones y nos fortalecemos al descubrirnos como par-te de una gran red que nutre, que repite imágenes porque así es la naturaleza.

Yo soy como mi madre, como mi abuela, mi bisabuela y mi tatarabuela, aunque ahora estoy en otro contexto histórico y social.

El genograma nos ayuda a ubicarnos en la trama la vida y cuando podemos mirarmos como parte de la red entonces nos hacemos fuertes. En el contexto de la pedagogía sistémica con el enfoque de Bert Hellinger, y del trabajo de psicomotricidad de los que abreva Amparo La Moneda, surge una visión sobre el genograma que es como el buen mapa, ese que encuentras cuando estás perdido y lo primero que te señala es aquella frase llena de contención que d ice: “usted está aquí”.

Imaginen ustedes convertirse en expertos para realizar genogramas, de una manera sistémica, histórica y clara, que podamos comprender de un vistazo.
Desde luego se requiere de una codificación y de un camino que nos enseñe a lograrlo. Esto es a lo que invita este primer libro de la autora.

Amparo La Moneda tiene una lectura corporal impresionante que, a través de las improntas que recibe de los clientes, de sus pacientes, de las familias que van hacia ella, descubre cómo a través del lenguaje corporal se repiten di-versas dinámicas familiares. También es una experta en el uso del método de las Constelaciones Familiares y ha lleva-do a cabo un trabajo muy interesante a través de su propia historia.

Para mí, Amparo es ya una contribución a nuestro que-hacer educativo y terapéutico. Es un regalo para todos nosotros y es un gusto enorme el que la Editorial Grupo CUDEC® pueda publicar su libro.

Angélica Olvera García Directora Corporativa Académica y de Investigación Educativa del Grupo CUDEC®

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