Pedagogía Sistémica para una realidad disruptiva I

Generar respuestas educativas eficaces para las necesidades actuales

Vivimos tiempos de cambios en todos los ámbitos, también en las aulas. Angélica Olvera, creadora de la PS, habla del naufragio actual de los paradigmas educativos. ¿Qué podemos hacer como docentes y cómo nos podemos actualizar para atender con eficacia a las necesidades de nuestros alumnos y de nuestras comunidades educativas?…

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Un diagnóstico

Angélica Olvera, creadora de la PS, habla del naufragio actual de los paradigmas educativos y de la necesidad de volver a generarlos.

En esta tercera década del siglo XXI, vivimos una situación de cambios sin precedentes; están surgiendo nuevas necesidades y retos en las aulas. La pregunta es: ¿cómo nos actualizamos los docentes para dar respuestas nuevas a las situaciones “disruptivas” que nos encontramos en las escuelas y cuidamos nuestro bienestar?

Un modelo educativo heredado, orientado hacia lo genérico y lo rígido

Estamos habituados a imágenes fijas de cómo “deben” ser las cosas en el aula, por ejemplo, la conducta de los alumnos. Así, en ocasiones nos cuesta considerar que ellos tienen circunstancias familiares y personales complejas, que pueden afectar y condicionar sus actitudes o su rendimiento.

Se trata de generar una actitud inclusiva de escucha, abrir espacios de diálogo y encuentro con ese alumno, buscando cuando sea posible la colaboración de su familia para gestionar la situación de la manera más favorable.

Todos tenemos la experiencia de que forzar no genera mejores resultados, tampoco favorece los aprendizajes y puede resultar contraproducente.

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Otro ejemplo es el de cómo queremos que sea el proceso de aprendizaje. En la mayoría de los casos, los docentes lo entendemos desde la práctica, desde un nivel operativo; en el que, además, somos los agentes y los protagonistas. Desde la PS el docente es el facilitador del aprendizaje de sus alumnos, que son ellos los que realizan su propio proceso, con la ayuda de los maestros.

Cambiamos nuestros equipos informáticos, actualizando sus programas; también nuestros teléfonos móviles, con los sistemas operativos o las aplicaciones. ¿Podemos hacer lo mismo en relación a nuestra práctica educativa?

Nos ayuda reconocer que tendemos a un modelo pedagógico genérico anclado en el pasado y necesitamos estar dispuestos a revisarlo o afinarlo para adaptarlo a las necesidades actuales de cada alumno; también a las diferentes situaciones que se van dando en el aula a lo largo del curso.

Muchas veces educamos “en modo automático”, nos cuesta hacer un reseteo o actualización. Sin embargo, sí se puede, está a nuestro alcance y además es necesario. Sobre todo cuando vemos que se van desfasando nuestras intervenciones y nos cuesta ofrecer a los alumnos respuestas satisfactorias a sus demandas.

Esto sucede porque todo está cambiando constantemente: el centro educativo en el que nos encontramos, el perfil de nuestros nuevos alumnos, las tipologías de las familias o nuestros propios compañeros.

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Los docentes necesitamos reflexionar hoy, acerca de nuestras estrategias educativas y reconocer cómo enseñamos. Si estamos muy apegados a nuestra experiencia, a cómo lo hemos hecho durante años, o a la manera en la que nuestros maestros nos han enseñado.

Sobre todo, podemos identificar nuestro nivel de satisfacción, el éxito logrado y los resultados obtenidos. Para mantener todo lo que nos sea útil y renovar aquello que sea necesario.

“Lo disruptivo”

Hasta ahora se ha hablado de “educación disruptiva”, autores como Curtis Johnson en su libro Disruptive Class: How Disruptive Innovation Will Change The World Learns, afirma que “la forma actual de enseñar es incapaz de educar a los alumnos de hoy en las competencias que han de dominar para desenvolverse en la sociedad digital”1.

Sin embargo, ampliando el sentido del término, la disrupción ya se ha instalado en nuestras escuelas y forma parte de nuestra vivencia. Ahora sí nos vemos exigidos por la situación que vivimos, la realidad nos demanda salir de nuestra zona de confort, con nuestras resistencias o dudas que son normales,  para ir más allá.

Es necesario reconocer que estamos en un punto de inflexión educativo y vital. ¿Cuál va a ser nuestra respuesta y cuales serán sus consecuencias? ¿Y qué puede ayudarnos?

Hay respuestas sencillas y eficaces a nuestro alcance, la Pedagogía Sistémica nos ofrece una mirada fresca y compatible con cualquier modelo pedagógico. Puede ser de gran ayuda para resetear nuestra práctica, volver a encontrar la motivación y el entusiasmo en el aula, mientras nos sentimos competentes para dar respuestas educativas eficaces para las necesidades actuales.

Una muestra

Desarrollamos alguno de los aspectos que pertenecen a la educación disruptiva. Entre sus claves, según la ONU, se encuentra “la personalización del aprendizaje, la formación a medida es clave para que cada estudiante logre sacar su máximo potencial”2.

Esto nos plantea todo un reto, ¿para quién enseñamos, para el aula o para cada uno nuestros alumnos y cómo lo hacemos? La individualización del aprendizaje es algo conocido, que forma parte de nuestras programaciones didácticas; sin embargo, ¿hasta dónde es posible ponerla en práctica?

Ampliar y enfocar la mirada

“Para transformar una situación, necesitamos modificar primero nuestra manera de verla”.

Una cuestión de partida es: ¿cómo miramos al grupo de alumnos? Comparto una experiencia reciente, en un seminario de PS en una escuela infantil una educadora expresaba que “no conocemos a los alumnos que educamos”.

Así es, uno de los “unicornios educativos”3 más extendidos al iniciar un curso escolar es que todos los alumnos del grupo van a aprender por igual. Es un pensamiento tan recurrente como desajustado. ¿Por qué lo seguimos haciendo? Quizá por hábito o porque nos cuesta ver a cada alumno de manera personalizada y diferenciada. Ahí, la relación con cada uno de ellos, y sus familias, puede hacer una diferencia.

Es necesario ampliar nuestra mirada e incorporar aspectos como la inclusión de la diversidad, la multiculturalidad o las diferencias existentes entre los sistemas familiares de nuestros alumnos. De este modo vamos ejercitando nuestro “músculo sistémico” interno y nos abrimos a la complejidad, hablaremos de ella en próximas entradas del blog.

A nivel operativo, cada docente puede desarrollar estrategias para ajustarse de modo fenomenológico a cada situación que surja en su aula o en su centro.

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Observamos cómo en los últimos años se produce una tendencia “centrífuga”, que nos conduce hacia una mayor multiplicidad y heterogeneidad en todos los ámbitos de la vida. Un ejemplo audiovisual es la amplitud de posibilidades, desde los múltiples canales de televisión a las nuevas ofertas de Netflix, Amazon Prime, Youtube, etc.

Esta tendencia también aparece en las escuelas y en sus aulas. Ahora se necesita transformar los paradigmas previos. Nuestra apertura y disposición como docentes hará posible el desarrollo de nuevos modelos pedagógicos y estrategias de aprendizaje para atender esta mayor diversificación, va a permitirnos ofrecer respuestas personalizadas a cada uno de nuestros alumnos, favoreciendo y facilitando sus procesos de aprendizaje específicos.

La Pedagogía Sistémica puede servirnos en este propósito y ser nuestra aliada, familiarizarnos con ella para profundizar en su conocimiento es un disfrute, una gran ayuda y todo un regalo.

Notas.

1. y 2. Información tomada de https://www.iberdrola.com/talento/educacion-disruptiva.

3. En el ámbito anglosajón, se alude al término “unicornio” para referirse a algo imaginario e inexistente. Aquí se hace extensivo al ámbito educativo.

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