Una pedagogía que integre todo lo que está

Angélica Olvera

En esta entrevista Angélica Olvera explica el concepto de pedagogía sistémica y su aplicación en la educación superior.

¿Cómo explicaría la pedagogía sistémica?

La mirada sistémica –desde la teoría general de sistemas- se puso en marcha hace décadas en EUA, México y España. Los hechos no ocurren de manera lineal, sino sistémica.

El planteamiento de la pedagogía sistémica se hace desde la observación del contexto amplio de dinámicas e implicaciones que surgen con la interacción de los diferentes componentes del sistema educativo.

Miramos la participación de las instituciones educativas, las familias y el entramado social y político que permite que cada país sea capaz de trabajar al servicio de la vida.

Hay un punto catalizador que va a hacer que esa energía salga a la luz. En un mundo globalizado se generan redes de información. La información que va y viene en los ordenadores es la misma que se lleva a cabo en las redes familiares.

¿Qué aporta este enfoque a la educación?

La pedagogía sistémica con el enfoque Bert Hellinger surgió con la finalidad de encontrar y construir caminos para responder al fracaso escolar. Es un enfoque conceptual para describir y entender diversos tipos y niveles de fenómenos que se suscitan en el proceso de enseñanza aprendizaje, así como en los contextos donde éste ocurre: instituciones educativas, familia y entramado social y político.

Es un modelo que permite la observación de los vínculos y la naturaleza de las relaciones entre la escuela y el estudiante, así como las relaciones que se establecen entre todos los elementos y las implicaciones que surgen, donde la familia influye de manera importante en el resultado final.

¿Dónde actúa la inteligencia transgeneracional?

En el acto educativo intervienen tres dimensiones de la inteligencia: intrageneracoinal, transgeneracional e intergeneracional.

Al proceso de enseñanza-aprendizaje centrado en el docente y el estudiante, agregamos el contexto familiar como ese subtexto del que nadie parece ocuparse pero que está incidiendo poderosamente en el trabajo del aula. Nos referimos en este sentido a la genealogía y a la historia del docente, tanto como la del estudiante.

Hay que buscar las raíces donde se originan los grandes obstáculos para el desarrollo del talento que un país necesita. Hay que mirar hacia la familia, la escuela, la universidad y la nación con un punto de vista transgeneracional.

¿Qué puede aportar la pedagogía sistémica al paradigma de la sostenibilidad?

Hay que ordenar la información del sistema. El mundo emocional es un espacio. El primer espacio es el vientre materno. Hay una memoria física, consciente de los primeros shocks emocionales. Estamos vinculados con la madre desde antes de nacer. Después nos creemos separados, pero ese vínculo persiste. Hay que poder traducir nuestras emociones a un lenguaje comprensible. Esa traducción tiene que ver con el campo transgeneracional.

¿El problema de la sostenibilidad es un problema de identidad?

Claro. De nuestras raíces con la tierra. La ciudadanía global nos diluye muchísimo. Primero soy mexicana y tengo que resolver el sentido de ser mexicana. Es prioritario darse cuenta de dónde venimos.

¿Cómo introduces ese trabajo en las instituciones de educación superior?

No estamos descubriendo nada nuevo. Estamos reordenando una información que ya estaba en el sistema. No es un tema de justicia. No nos hemos de poner delante de las generaciones anteriores.

El fenómeno de la vida es difícil, hay que abrir brecha, abrir cuestiones. Si lo veo como no natural, entonces estoy contaminando la historia. ¿Cómo sostengo una realidad que pienso está equivocada? Aprender a conectar con: eso es la inteligencia transgeneracional.

Reconocer lo que es y omitir el juicio.

La principal capacitación es regresar al mapa y desarrollar las competencias para el futuro de este contexto. La brújula es interior. Todos sabemos que somos parte de una misma especie, como las hormigas y las abejas. La disociación de la razón que me hace ser observador y me dice que puedo ser diferente es un error. Hay que re-educarlo. Nos toca el regreso a casa, volver a la especie y a nuestro particular sistema familiar.

¿Cómo se ha aplicado esto en México?

En México hemos creado una nueva asignatura en la facultad de Psicología: “Psicología de los sistemas” con el enfoque Hellinger. Donde el logos del alma, se entiende como la sabiduría del campo común. La sabiduría del  alma de los sistemas. Cada sistema tiene una sabiduría intrínseca que podemos mirar, aprender y desarrollar.

¿En la formación académica qué tipo de currículo?

Introduciendo asignaturas troncales históricas: ¿qué aportó cada civilización y qué necesitamos aportar ahora? Cuando vine a México, en los años 90, la universidad no incluía esa mirada propia. Necesitamos esa mirada para poder ordenar la información.

Si aprendemos a mirar desde la filosofía, la psicología y la historia entonces tienen sentido. No se trata de miradas alternativas, sino integrales. Una pedagogía que integra todo lo que está pasando porque lo alternativo es parte de esto también.

Hay que contextualizar el aprendizaje. Respetar el contexto, los recursos históricos y geográficos.

Primero has de identificarte con tu historia. Si no veo eso, me diluyo en una realidad que no es la mía y entonces no tengo fuerza. La fuerza viene de los ancestros. Si los jóvenes se diluyen, se debilitan.

Hay que crear otros espacios y tiempos, poner en la agenda, el momento. A nosotros nos toca generar lo que sigue, no sólo transformar lo que ya funciona y sigue funcionando.

Fuente: Global University Network for Innovation, GUNI

Universia Colombia.

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