Gratitud y Aprendizaje desde la Pedagogía Sistémica

¿Existe alguna relación entre la capacidad de ser agradecido de un alumno y su potencial para el aprendizaje? Desde una perspectiva sistémica de la educación, puede que sea así.

Aprender es poder tomar

«Solo un corazón agradecido aprende.»

Angélica Olvera
Muchas gracias a Blanca y a Eva de la Casa de Niños de Fuente el Saz de Jarama

Esta es mi frase preferida de la PS. Siempre me conmueve, por muchas veces que la lea o la escuche. Condensa de manera muy fiel su espíritu, aunque en un primer momento sorprende, pues ¿cuál es la relación de la gratitud con el aprendizaje?

Desde una concepción tradicional y lineal de la educación, el aprendizaje se da sobre todo en el aula entre el docente y sus alumnos. Si esto fuera solo así, los resultados serían extraordinarios; los maestros estarían felices y sus alumnos aprenderían sin mayor dificultad. Sin embargo, es evidente que en el proceso de enseñanza y aprendizaje intervienen otros factores, aunque puedan llegar a ser ser inconscientes o desconocidos.

Para la PS este proceso trasciende el aula, incluyéndola, por supuesto. Se inicia ya en el momento en el que cada familia elige una determinada escuela para su hijo. Aquí hay aspectos significativos a considerar: ¿quién realiza esa elección? ¿Es la primera opción? ¿Están de acuerdo ambos progenitores? ¿Qué sucede cuando supone un esfuerzo económico? ¿Fue la escuela de alguien anteriormente en el sistema? ¿Hay alguna persona de la familia trabajando en ella? Toda esta información comienza a actuar desde el principio y a crear un campo específico, de naturaleza inconsciente, que va a favorecer o dificultar el aprendizaje para ese alumno.

Y continúa desplegándose en cada una de las fases posteriores: la matrícula en el centro, el inicio del curso, las reuniones con las familias, etc.; cada uno con sus diferentes aspectos, siendo relevante el modo en el que los docentes tratan y se relacionan con los progenitores y familias de sus alumnos o cómo estas se sienten recibidas e incluidas.

Aquí actúa otro de los elementos sistémicos esenciales para el aprendizaje, del que vamos a hablar en otra entrada del blog más adelante: la pertenencia. Resulta esencial cultivar la confianza de los progenitores desde la escuela, la tutoría y los docentes para reafirmar el sentido de que las familias también forman parte activa e importante de la comunidad educativa del centro. Cuanto más incluidas se sientan, sobre todo cuando son de diferente origen y cultura, mayor será la aprobación para el aprendizaje de sus hijos o su negativa hacia el mismo.

El proceso de aprendizaje y el principio sistémico del equilibrio entre el tomar y el dar

Angélica Olvera, con su frase, nos muestra cómo el aprendizaje se enmarca en ese principio sistémico del dar y el tomar. Y se genera cuando la persona está abierta a recibir, de modo que cuanto más pueda recibir, más aprenderá. Aunque parezca obvio, no todos tenemos el mismo permiso y patrón para tomar. Existen diversos motivos, algunos de ellos relacionados con la historia transgeneracional del sistema en relación con los aprendizajes y los asuntos emocionales, que cada uno lleva en su propia mochila.

¿Y qué se necesita para ello? Para empezar, que el corazón del alumno se encuentre abierto hacia su familia y a todo lo que recibe de ella. Cuando es más pequeño, la relación con su madre o persona que la represente es muy significativa y va a determinar la naturaleza de su apego o capacidad de vinculación.

Lo que más abre ese corazón es la gratitud y el amor hacia sus progenitores o las personas responsables de ellos. Y un corazón abierto es también una mente disponible y despierta. Este ciclo se retroalimenta y crece en positivo: más agradecimiento genera un aprendizaje mayor, ampliando de manera progresiva esa capacidad para la vida.

Es decir, que el principio que lo posibilita se actualiza primero en el contexto familiar generando un patrón, de manera que, cuando esa criatura llega a un centro educativo, lleva incorporada de origen su predisposición a tomar o aprender. Esto tiene que ver con su vida y su propia historia.

El docente es un adulto y representa a sus progenitores en el aula. De ese modo, esta competencia del alumno se actualizará en todo momento con el maestro, o no, en función de su manera de mirar a los progenitores y cómo puede incluirlos. También de la relación e interacciones que se produzcan entre ellos.

Los profesionales de la educación saben a la perfección que el aprendizaje no se puede forzar, pues genera rechazo y resulta contraproducente. Hay alumnos que por sus circunstancias no quieren o no pueden aprender en un determinado momento, no importa cómo se ponga su maestro o profesor. Es necesario aprender a respetar los ritmos de aprendizaje cada uno de nuestros alumnos, no se puede estirar el árbol para acelerar su crecimiento. Esto no cuestiona la validez ni la competencia del docente, pues son aspectos que se encuentran al margen.

La antítesis de la gratitud es la exigencia. Si una abre, la otra cierra el corazón del que da. Así se obstaculiza e interrumpe el flujo del dar y tomar entre las personas, en los diferentes niveles, y con ello la disponibilidad para aprender. Se podría llegar a establecer una relación entre la dificultad de recibir y las personas que tienen un bajo rendimiento académico.

Enseñar es poder dar

«Y solo un corazón agradecido enseña.»

Reverso sistémico para los docentes

Es posible dar un paso más. Tomando como base la cita de Angélica Olvera, también podemos decir: «Y solo un corazón agradecido… enseña», porque la frase puede hacerse extensiva a los docentes. De manera evidente, todos han tenido que aprender primero para obtener su titulación. O lo que es lo mismo, han tenido que abrirse mediante la gratitud a sus padres y ancestros y tomar el aprendizaje de sus propios maestros.

Sin embargo, cuando éste se encuentra delante de los alumnos, necesita seguir con su corazón y su mente abiertos para seguir dando con generosidad, siempre de manera equilibrada y ajustada a lo que necesita y recibe.

Cuando el equilibrio se altera y se da mucho más de lo que el otro puede tomar, o de lo que corresponde en una determinada ocasión, se se genera un desequilibrio y surgen las dificultades e insatisfacciones educativas, emocionales y laborales. Es importante mantener la atención de forma continuada para evitar la descompensación entre lo que damos y lo que obtenemos, así como corresponda, en cada situación y para cada persona. Porque tiene consecuencias significativas; cuando se sostiene en el tiempo, puede llevarnos a la desmotivación, la desgana o el síndrome del docente quemado.

La PS es un excelente antídoto para todo ello y sirve tanto a nivel preventivo como paliativo en cada uno de los contextos educativos de cada país.

Intercambio educativo positivo

«Todo es relación.»

Angélica Olvera

En esta danza del dar de cada docente y la capacidad de tomar con gratitud de cada alumno se genera el aprendizaje.

El equilibrio con el docente en el aula es de naturaleza vertical, él es mayor y sus alumnos son los menores. ¿Qué quiere decir? Pues que en el inicio del proceso, el docente da y el alumno toma. Sin embargo, en las metodologías en las que los estudiantes gestionan su propio aprendizaje, como puede ser la del aprendizaje cooperativo, cuando trabajan entre ellos se produce un dar y tomar entre iguales; que también se necesita cultivar.

Estos matices son importantes y conocer la dinámica de este equilibrio, con sus matices, es un recurso muy útil para cualquier persona que enseña en un aula. Y tiene una naturaleza dinámica, puesto que se produce de forma continua.

En ella el intercambio puede crecer o decrecer. ¿De qué depende? Es muy sencillo. Cuando la persona que da, un docente, encuentra otra que puede tomar lo que se le ofrece, un alumno, y este lo agradece (de la manera que pueda) entonces la persona que da está dispuesta a dar un poco más. Si su alumno puede seguir tomando, el intercambio educativo entre ellos crece poco a poco y también lo harán los aprendizajes.

Es es el ciclo virtuoso y el objetivo último de la escuela, que cada educador tiene a su alcance y puede poner en marcha y alimentar durante todo el ciclo escolar.

Podemos afirmar, como una máxima sistémica, que el flujo creciente del tomar y el dar potencia los aprendizajes; y su desequilibrio los obstaculiza y dificulta. Cuando lo combinamos con la gratitud y la alegría, los frutos se multiplican. Si lo hacemos desde la desconfianza y la escasez, los resultados menguan.

El texto de esta entrada se ha tomado de las páginas 41 a 43 del libro «Una mirada cercana a la Pedagogía Sistémica» publicado por la editorial Zentrum, y se han ampliado y actualizado para completarlo.

Solo una persona que se encuentre abierta a tomar de sus padres, y de la vida, puede hacerlo después de sus maestros. Cuando puede agradecerlo, además, se pone en marcha el intercambio positivo y se favorecen los aprendizajes.

Cuando esto no sucede, por diversos motivos, se dificulta u obstaculiza este proceso y se generan tensiones e insatisfacción en el aula. Que pueden ir agravándose durante el ciclo escolar.

Cada docente puede activar y sostener este dar y tomar en positivo, optimizando el uso de sus competencias profesionales y relacionales.

Resulta esencial cultivar la confianza de los progenitores de nuestros alumnos, desde el inicio de curso hasta el final. Esto se realiza desde el respeto, el reconocimiento y la inclusión activa de las familias en el centro. Se puede afirmar que, desde la PS, el docente «abre su corazón a las familias de sus alumnos».

Cuanto más incluidas se sientan, mayor será su integración; en particular las que son de diferente origen y cultura, porque para ellas es más difícil confiar en un entrono desconocido. Y, como contrapartida, darán su permiso para que sus hijos puedan aprender. Cuando tienen el permiso de la familia, no existe conflicto y a los alumnos les resulta más sencillo tomar de sus docentes.

Angélica Olvera afirma que todos los paradigmas educativos anteriores a la pandemia han naufragado. Hoy necesitamos introducir en el aula nuevos modelos, compatibles con nuestra formación y recursos, que nos ayuden en el desempeño de nuestra función. Para trabajar con lo que sí se encuentra disponible y mirando siempre la mejor manera de lograr el éxito educativo de nuestros alumnos.

La Pedagogía Sistémica es un excelente modelo para ello y todo lo que aporta está fundamentado en múltiples experiencias de éxito docente. Se puede comenzar de forma muy sencilla. Siempre es posible actualizarnos, probar y experimentar por nosotros mismos sus resultados.

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2 comentarios en «Gratitud y Aprendizaje desde la Pedagogía Sistémica»

  1. Es interesante como educadora comprender mejor lanpedagogia sistémica. Considero que si aprendemos a vivir en gratitud es más fácil aprender y llevar la vida mejor. Saludos desde Honduras.

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    • Todo nuestro reconocimiento por tu interés en actualizarte como educadora y a tu labor como docente. Muchas gracias por tu comentario Elga y saludos cordiales, también para cada una de las personas que son docentes en Honduras.
      También para los docentes de Chile, en particular las de la Escuela de lenguaje Alexandría en Osorno, los de Brasil en Fortaleza y el resto del país, también en México, Argentina, Bolivia, Venezuela, de Lisboa y Faro en Portugal, y por supuesto en España en cada una de sus comunidades y nacionalidades, con una especial gratitud a las educadoras de Escuelas Infantiles de la CAM en las que se han abierto a la Pedagogía Sistémica; y a las personas que educan en cada uno de los demás países latinoamericanos.

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